martes, 11 de enero de 2011

Ya han pasado las malditas Navidades.

No he visto nada más cruel que las Navidades. 

Estoy seguro que la Navidad la inventó y/o se aprovechan de ella un empresario avaro. 
Ya pasó a la historia eso de que es la fiesta que celebra el nacimiento de un nene que cambiaría el concepto de la convivencia, y por tanto, una manera de ver la vida más compartida, que esa era su filosofía. Nada que cualquier hombre bueno no haya dicho o practicado lo suficiente como para demostrar que sí era posible. 

Desde los años de 1980, en adelante, me declaré en huelga de compromisos sociales que enriquecieran a unos pocos en detrimento del resto. Pero hoy, me fijo en que cuanto más celebramos la navidad, más disgustados estamos unos con otros, menos intentamos conocernos, más nos disgusta la presencia de aquellos a quienes antes queríamos,... En definitiva, que siempre que pasan estas fechas tenemos un lastre, que nos cuenta todo un año solar, deshacernos de el. Y sólo nos queda un día para ser realmente felices... cada cuatro años gregorianos.

Como sobraron uvas, se les llamó las uvas de la suerte (sobre todo para los comerciantes e idolatras de las leyes de mercado: oferta y demanda= regulación de los precios).
Como San Valentín, un sacerdote cristiano del siglo III que celebraba bodas para los soldados romanos que no podían casarse y San Nicolás del siglo IV, pero los dos(?) hacían las mismas cosas: Regalar cosas. Cosas inútiles para el mercado, gratis, como juguetes o flores .Hoy, y para evitar duplicidades, uno se festeja en Febrero y el otro en Navidad, pero no por nada especial, sino porque separándolos hay más disponibilidad económica y por lo tanto mayor oportunidad de comercio.

Más tarde aparecen los día dedicados: que si a la madre, que si al padre, que si al niño, que si a los estudiantes, que si a la cultura... Y todo esto bajo los auspicios del Rector Mercado. Dios todopoderoso. 

Vale. Admito que esto es lo que hay. Pero, tengo una pregunta para usted: ¿Qué es preferible - qué prefieres- un regalo que cuesta 10 veces su valor por que el Rector y la Avaricia -su novia- lo dictan para un momento determinado del año, o el regalo espontaneo, que sólo lo dicta el corazón de quien tiene el detalle y la oportunidad -que tampoco hay que olvidarla-.  Es mejor un regalo más caro, porque cuesta más o un regalo oportuno porque es efímero y te da la oportunidad de repetir con otro regalo más adelante. Es mejor recordarte y agasajarte con regalitos que se pueden desechar tras un tiempo y ofrecen otra ocasión de reforzar tus alianzas, o uno que te condicione de por vida. 

Nadie ha podido convencerme de que un regalo caro hace más feliz a nadie, pero sí un regalo oportuno. 

Hoy nos vamos a dormir pensando en lo que no tenemos y queremos conseguir: creo que fue Oscar Wilde el que dijo que "la ambición es el refugio del fracaso". Y en esta aptitud veo más frustración que disfrute. Veo más depresión por lo que no tenemos que ilusión por lo que tenemos. Nos preocupa más descubrir aquello que es una sorpresa, que disfrutar con quien nos la quiere dar. 

Estamos más frustrados con lo que tenemos, que contentos por lo que podemos hacer con ello. Tan controlados por el mercado, que hasta nos dicta cada cuanto tenemos que cambiar aquello que tenemos por algo nuevo. Y eso es una ruina para todos. 

Todo esto nos lleva a gastar hasta el infinito sin miedo, en un lugar donde todo se acaba. Y entra la avaricia : "Estamos en un mundo tan grande que puede satisfacer las necesidades de todos, pero tan pequeño que no satisface la avaricia de unos pocos". (Gandhi)

Si puedo, seguiré sin hacer regalos controlados por el mercado. Seguiré intentando que la gente a mi alrededor, sea feliz conmigo y no por mí o mis regalos. Que un regalo es un juego de dos, y siempre es de dos:
 Tu y tu pareja. Tu y tu amigo. Tu y tu hijo. Tu y tu otro hijo.
Y no hay nadie más en un regalo. Lo otro son donaciones.
La Navidad es una fiesta que se inventó para ser felices con la gente que te ama y a los que amas. No debería convertirse en una carrera de obstáculos a la felicidad con cosas como un regalo de compromiso, porque se acerca la fecha en la que todo sube y el todopoderoso lo manda.

Feliz año nuevo 2011.