Una noche con la TORRE AGBAR
Habían
dado las 20:30h cuando llegué al punto de encuentro.
Había
que reconocer el terreno porque si hubiera cambiado algo de lo que recodaba
(una obra, una zanja, el estanque seco,…) hubiera sido necesario un cambio de
estrategia.
No,
la torre estaba en su sitio, el estanque también –aunque había mucha más
porquería flotando que la otra vez- El monumento también nos aguardaba con los
‘pies’ metidos en el agua –hacía mucho calor- y el sol aun nos estaba
preparando para lo que vendría después.
Poco
a poco la gente fue llegando y las caras conocidas me alegraron el momento.
Durante
el momento que dediqué a las explicaciones del ‘cómo’, fui viendo que a alguno
le recordaba lo aprendido en los cursos anteriores con Neus o conmigo. Fue
fácil retomar las enseñanzas dormidas en nuestra memoria. Un ‘clip’ y ahí
están. Sin problemas. Alguna connotación particular con las cosas particulares:
halos por los diafragmas muy abiertos, golpes de luces puntuales, …lo normal en
estos casos.
Los
mosquitos también quería aprender, pero de otra forma, por ‘alimentación’ y no
por atención a las explicaciones.
En
definitiva, la preguntas auguraban una noche agradable de fotos a la Torre
Agbar y sus inmediaciones.
Esta
torre se presenta majestuosa iluminada, con el ‘fuego’ llegando a las plantas
condicionando las miradas desde abajo hacia arriba. Y además no te permite que
la aprecies de otra forma. Si empiezas a mirar de arriba
hacia abajo no estás a gusto. El condicionamiento del arquitecto fue curioso Y agradable, porque cuando lo haces según sus pensamientos te sientes bien.
Entiendo
que no es una construcción ‘normal’. Que está concebida para seguir una cierta
pauta, y que, si bien puedes hacerlo como te de la gana, te sientes mejor si
sigues el patrón del fuego de sus luces.
Luego,
el estanque te ofrece una re-lectura de la escena: el agua te deja mirar lo
indefinido y sólo los colores toman su verdadera importancia, el agua siempre
en movimiento. La imagen es evocadora, más que definitiva.
Los
juegos de reflejos sobre la superficie del
estanque dan mucho juego en cuanto
que te pongas a sacar fotos las luces de la construcción que está en medio del
estanque: luz anaranjada que juega muy bien con lo oscuro y con los reflejos
puntuales de luces blancas. Un buen ejercicio de creatividad, con muchas
posibilidades y varios posibles encuadres. Todos ellos con posibilidades de
éxito. Y da igual desde dónde lo encuadres. Siempre hay un punto en que tienes
un cuadro ganador.
Desde
las gradas la Torre se ve reflejada en el agua y la hora ayudaba porque ya era
noche cerrada con iluminaciones de los faroles de luz blanca.
Es
evidente que no es un espacio creado para las fotos. Todo se cruza, todo se
interpone, nada está completamente entero en esa posición: La torre está
‘interrumpida’ por el museo. El reflejo lo interrumpe una pasarela. Al museo lo
corta una barandilla. El muestrario es grande. Muestrario que coloca a un
espacio impactante entre una carrera de obstáculos y una composición picassiana
de partes y ángulos.
No
obstante, las posibilidades son muchas y buenas.
La
música nos acompañó durante toda la sesión. La terraza del Diagonal amenizó la
noche.
Una
foto de grupo fantasmagórica dio paso a las fotos de la zona superior mirando
al Mercat dels Encants con sus techos de espejo, que rompen los esquemas del
observador, por la noche tienen ese color de las luces anaranjadas de las
farolas rebotadas en el suelo lleno de papeles, madera, techos de puestos… unos
techos que desde el atrio del Museo de Diseny produce un destello raro,
especial.
Nos
dieron las 23:00h haciendo pruebas y trabajos casi a medida. Los fantasmas
seguían siendo los protagonistas. Y como proyecto para unos fuegos
artificiales.
La
humanización de una foto que da vida y evita que las fotos de ‘paisajes
urbanos’ sean postales impersonales. La inclusión de formas humanas.
Un
par de juegos que convierten esas imágenes en fotos: las personas. Mientras que
aparezca alguna forma que sea reconocible como humana, las fotos serán más llamativas,
mas observables, menos frías.
La
verdad es que ha sido una noche de fotos muy agradable, serena y sin
sobresaltos.
Espero
que os haya gustado y que lo aprendido no os complique la vida confundiéndoos.
Un
último apunte: Lo mejor para hacer una buena foto es empezar desde el resultado
en vuestra cabeza, y de ahí hacia atrás par ver cómo podrías hacer esa foto.
Verás que sabes muchas más cosas de las que crees.
Un
abrazo.